Con menos de 100 gramos de hidratos diarios se vive muy mal, ya que el cerebro está sometido a una exigencia impresionante.
por Mara Laudonia
Unos 50 minutos antes de ser socorrida en una ambulancia, una mujer estaba con su amiga cenando en un restaurante de Recoleta y le contaba qué tan bien le iba con una dieta que probaron varios famosos como la Reina Máxima, la actriz Nancy Dupla y el ex vicepresidente Amado Boudou, y por la que bajaron muchos kilos. La mujer había empezado la dieta hacía apenas 4 días y ya había bajado un kilo y medio y, lo mejor de todo, no padecía hambre.
Durante la cena, se sirvió un plato de verduras y abrió un sobre con un polvo proteico que reemplaza una comida, le echó un poco de agua, y se hizo un postre de chocolate. El sobrecito es uno de los 5 o 6 que deben consumirse por día -ademas de suplementos vitamínicos y de minerales- por prescripción de la estricta dieta, “proteinada”, que aporta al cuerpo sólo 600 calorías y no más de 50-100 gramos de carbohidratos diarios.
La cena transcurría de manera normal hasta que la mujer que estaba a dieta comenzó sentirse mal, débil, y lo primero que hizo fue escribirle a su nutricionista, quien le dejó un número de Whatsapp, pero no lo ubicó a tiempo. De repente, su rostro se volvió pálido y empezó a temblar; su amiga le tomó las manos, que estaban sudorosas, y rápidamente llamó a una ambulancia: tuvo una descompensación por una aparente baja de presión, según indicó el SAME, que llegó a los pocos minutos al lugar.
Luego de haberse recompuesto y realizado estudios, incluido un electrocardiograma, se concluyó que la descompensación fue porque el cuerpo había entrado de manera abrupta “en cetosis”, un proceso metabólico previsible en este tipo de dietas en las que se deja de comer carbohidratos o se consume en dosis mínimas.
Sus efectos adversos pueden ser mareos, náuseas, debilitamiento, mal aliento, arritmia o pérdida de cabello, si bien a algunas personas afecta más que a otras. Los médicos le recomendaron a la mujer abandonar esa dieta y comer inmediatamente papas fritas para subir la presión, además de reposo.
Al otro día, la misma mujer, que ya comía carbohidratos (pastas y hasta dulce de leche) y se encontraba en reposo en su casa, sufrió una segunda descompensación, esta vez al borde del desmayo, y fue llevada enseguida a una guardia, donde le profundizaron estudios clínicos. Los análisis de sangre dieron sorprendentemente bien, aún los de calcio, sodio, magnesio y potasio, cuyos valores podrían presumirse alterados por la realización del tipo de dieta en cuestión. Los médicos volvieron a concluir que la paciente seguía bajo el “shock” de los efectos de la cetosis por el cese de ingesta de hidratos de carbono, y que le podían durar incluso 72 horas, hasta que el cuerpo pudiera asimilarlos nuevamente. También, le comentaron que su caso no era asilado, y que había habido varias pacientes en una situación similar, que habían iniciado este tipo de dietas, algunas con cuadros más severos, que incluían arritmias.
El método Pronokal, conocido como la dieta de los sobrecitos, es de origen español, y pueden encontrarse en Internet artículos que hablan tanto maravillas de los resultados como que los critican fuertemente. Hay un solo punto de venta de los productos en Buenos Aires, en Recoleta, desde que la marca se instaló hace más de dos años, y uno puede observar con facilidad que la gran cantidad de clientes que ingresan entran y que no tardan más de 15 minutos en retirarse con una bolsa de paquetes de sobrecitos. Alcanzan al menos para 15 días, que es lo mínimo que se vende. Esa “vianda” cuesta alrededor de 7.000 pesos.
Eso sí, no cualquiera puede ir y adquirir los sobrecitos: previo a la compra de los productos, es un requisito pasar el filtro de un nutricionista adherido al sistema Pronokal -la firma aporta un listado de expertos, según el barrio de residencia-, y que eventualmente puede formular alguna indicación particular, según el paciente. Por lo general, los nutricionistas piden un análisis de sangre y recomiendan no hacer ejercicio, para tolerar los cambios en el cuerpo al inicio de la dieta, que consta de tres fases temporales (fuerte pérdida de peso, adaptación y mantenimiento).
Hay otras marcas que compiten con el método y todas forman parte de la familia de dietas cetogénicas -la Atkins y la Dunkan, también populares en el mundo, y la local del doctor Ravenna-, que con sus variantes garantizan la pérdida de peso induciendo al cuerpo a ingresar en este estado de cetosis.
Sin embargo, no todos las toleran y algunos nutricionistas no suelen advertir sobre la letra chica de los efectos colaterales que pueden presentarse en estas dietas, que no son solamente los físicos sino también emocionales y psíquicos.
¿Pero qué es la cetosis? Es un proceso metabólico que alcanza el cuerpo cuando deja de consumir carbohidratos, que son la fuente de la glucosa necesaria para que se forme el glucógeno, que produce la energía. “En condiciones basales (normales), el cuerpo genera energía a partir de la quema del glucógeno, almacenado en el hígado y los músculos”, explica Adrián di Sanzo, experto en medicina biológica y terapia ortomolecular. Y continúa: “En las dietas cetogénicas, cuando se acaba la glucosa, el organismo recurre a otros medios para obtener energía, tomando la grasa y la proteína, que se transforman en los denominados cuerpos cetónicos, que es la manera que tiene el cuerpo de reaccionar ante una situación extrema. Ello ocasiona un estrés en el organismo, porque salimos de parámetros normales para la producción de energía que necesita el cuerpo”,
A pesar de que este proceso metabólico produce un gran desbalance en el cuerpo, muchos pacientes siguen igual con la dieta, alentados por la rápida pérdida de grasas localizadas que se observan al inicio. Y esto puede afectar su salud.
La nutricionista y directora de la Carrera de Nutrición con Orientación en Obesidad de la Universidad Favaloro, Mónica Katz, considera que “a corto plazo, las dietas hiperproteicas son muy eficaces en bajar grasa, pero en todo tratamiento no sólo hay que evaluar la eficacia sino también la seguridad”.
Con una dieta hiperproteica “se vive en cetosis, y vivir en cetosis es un problema”, explicó en diálogo con Télam.
“El cuerpo tiene una exigencia extra, como por ejemplo el riñón, que tiene una sobrecarga ácida constante. Uno 30% de los argentinos padecen sin saberlo una enfermedad renal crónica, y cuando hacen dieta hiperproteica terminan peor“, agregó Katz.
Además, señaló que “con menos de 100 gramos de hidratos diarios se vive muy mal, ya que el cerebro está sometido a una exigencia impresionante, porque es muy sensible a las disminuciones de glucosa”. Cuando eso sucede, “el cerebro está sometido a hormonas de contrarregulación, como la adrenalina y el cortisol (la hormona de crecimiento), que defensivamente segrega el cuerpo para salir del estrés al que está sometido, para no entrar en un coma glucémico”.
En el mismo sentido, las dietas hiperproteicas suelen disminuir la estimulación la serotonina, el neurotransmisor que mantiene el buen humor.
Por su parte, el doctor Alberto Cormillot, que recomienda una dieta de 1.000-1.200 calorías diarias para bajar de peso, admite que utiliza esos sobres con polvos proteicos y vitaminados, aunque de otra marca (Ysonut) en el armado de la dieta de sus pacientes, pero señala que son sólo suplementos alimenticios. “No permito que se consuman más de dos sobres por día. Uno, en una comida grande, y otro en una colación. No es necesario entrar en cetosis para bajar de peso, y los efectos secundarios de la misma son serios”, señaló a Télam.
Por último, quienes alientan a los pacientes a ingresar a dietas cetogénicas les indican que los efectos de “debilitamiento o mareos” duran tan sólo unos días, pero se pueden extender por semanas y resultar más severos.
(*): del Equipo de Investigación de Télam.